domingo, 8 de junio de 2014

de domingos y fracasos

Desde muy chiquita tuve planteamientos filosóficos. No sé exactamente por qué, no digo que yo sea especial o prodigio o algo así pero crecí desde mi más tierna infancia con un inconciente ligado al escepticismo que me hizo tener planteos adultos mezclados con insanas preocupaciones infantiles hasta avanzada edad. En criollo, mi cabeza siempre fue un desastre. ¡Pero que cliché! cualquiera se siente identificada con eso. Lo que quiero decir, es que siempre tuve un halo de tristeza muy profundamente mío, que a pesar de contar con momentos de felicidad fluctúan en mi estado de ánimo y afloran, desde que lo permito, hará dos años.
Los domingos son los peores días de esto. Enfrentar los cambios nunca me fue fácil, a pesar de que los busco y mi contexto particular de vida me tendría que haber dado todo el training supuestamente para esto. Los domingos me levanto tarde, me duele el corazón, me pesa la vida, la soledad simbólica que siento, la cotidianeidad ¡Cómo pesa la cotidianeidad! Pero lo que más pesa es aferrarte a algo ínfimo a veces, más importante otras para enfrentarla, para que hacer 23984 veces lo mismo no duela, para que caminar esas cuadras de la facultad al bondi no sea un vieja de ida a los tormentos interiores. Que difícil arrancar el amor, como cuesta. Qué dificil querer en esta sociedad sin ser tratado como loco. Qué difícil no aprender nunca, tener que pasar siempre por las mismas cosas, porque la vida te pide a gritos que cambies, que seas cruel, frío y te limites a vivir según las reglas, que no te aferres a nada, que la soledad es tu única vida, que difícil rebelarse a eso y querer sentir, gritar, amar, llorar, darte la cabeza mil veces contra la pared, volver a la misma tristeza sola, desnuda, despojada, porque así son las reglas y-vos-sos-la-boluda-que-siente-y-se-involucra. Qué difícil, más no imposible, no quiero cerrarme nunca más, quiero querer hasta cansarme, hasta que me muera de dolor, porque si este es el precio que hay que pagar por algo tan lindo como querer, aunque sea efímero, la pagaría mil veces, y mil veces me levantaría y mil veces seguiría adelante, enfocada en las cosas que me hacen bien, que no son a veces cien por ciento como quisiera pero son, y los domingos están ahí, y me convidan un mate y miran Los Simpson conmigo y me ven llorar y me abrazan y de repente, el domingo no es tan domingo porque los días no importan, el momento es eterno y yo estoy sintíéndome viva otra ve, queriendo hacer mil cosas, siguiendo como siempre, pensando que a pesar del dolor abriría mi corazón y me la jugaría por lo que quiero mil veces más, que la vida me cachetee lindo si se opone pero no pienso cambiar, al menos no eso. Y así, poco a poco, encuentro mi forma de sobrevivir, en esta ciudad tan alejada de mis raíces, sola pero siempre acompañada por las estrellas más lindas, triste pero determinada y entera, sensible pero peleadora, corriendo el horizonte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario